Leo en la última recopilación de los siempre interesantes #causasyazares de @Antonello, un enlace a un artículo de Kiko Llaneras en Jot Down que lleva un título que me llamó la atención: “La paradoja de que Zuckerberg done millones (25 millones USD) y nosotros lo juzguemos duramente”.
El tema viene de viejo, y siempre despierta mucho debate; como demuestra el hecho de que el artículo en cuestión ya tenía hoy domingo casi 110 comentarios. Admito que el asunto tiene su complejidad, muchas aristas, y me recuerda al movidón que generó la donación de 20 millones € que hizo la Fundación Amancio Ortega en 2014.
El argumento central de Kiko Llaneras, y que celebra Antonio Ortiz, es que hay que separar el mérito de la utilidad, al juzgar el valor de un donativo. Según esta tesis, tendríamos que aplaudir con entusiasmo cualquier donación (al margen de su cuantía), o al menos, no criticar ninguna. Técnicamente suena bien, y es una tesis elegante, pero el ejemplo que pone y algunos razonamientos son para mí desacertados.
Reclama el autor que “si alguien se comporta con rectitud”, habría que celebrarlo. Bueno, a ver, ya que nos prodigamos de tanta relatividad, seamos serios: un señor que tiene un patrimonio de miles de millones de dólares, y dona sólo 25 milloncitos… ¿eso es “comportarse con rectitud”? A mí no me lo parece. La bondad es relativa, insisto, relativa.
Kiko utiliza el símil de que ayudar a un accidentado” es bondad, es portarse bien, en cualquier caso. Perfecto, pues sigamos con su ejemplo. Si vas por la carretera y ves un coche volcado, con una persona tirada junto a la ruta, y te pones a llamar como un loco a una ambulancia para que la recoja, pero no te la llevas porque resulta que tienes un compromiso al que no puedes llegar tarde. Oye, has ayudado, quién lo duda, pero no has hecho TODO lo que podías hacer. Espera, rectifico, has hecho MUY POCO de lo que podías hacer, que era esperar que llegue la ambulancia (porque puede ser tarde) y llevarte a la persona accidentada lo más pronto que puedas, renunciando al compromiso que tenías.
El ejemplo pega perfecto al señor Zuckerberg. Un tío que puede donar al menos el 10% de la insultante riqueza que gana, y seguir encantado de la vida (todavía, ni siquiera, sería un sacrificio real), y solo dona bastante menos del 1%, es un avaro, no es algo que merezca ser aplaudido. Es como el tío del ejemplo que se limita a llamar por teléfono (“ayudar”) en lugar de llevarse al accidentado.
Kiko amplia su reflexión a las empresas, cuestionándose por qué ponemos en duda las intenciones de las empresas cuando donan dinero. En fin, que a estas alturas pensemos como posibilidad que las empresas con fines de lucro donan dinero por convicción, o por altruismo, me parece una chorrada. Dejémonos de bobadas, y de falsa ingenuidad. Eso lo hacen, en última instancia, las personas. Las empresas lo hacen siempre con fines fiscales y publicitarios, porque está en su propia naturaleza, a menos que hablemos de una organización con una reputación bien ganada por perseguir otros objetivos. Si de verdad quieren hacerlo por ayudar, que lo hagan anónimas
En resumen, niego la mayor de Kiko: “deberíamos celebrar que alguien haga lo correcto: compartir su riqueza”. Francamente, me sorprende que diga en este caso que donar 25 millones sea “compartir riqueza”. Eso no es compartir, es dar las sobras; lo que no tiene ningún mérito, y así se juzga. No sé si tengo que recordar que esa donación representa apenas el 0.07% del patrimonio de Zuckerberg. Dime tú si eso significa algún sacrificio.
Vale, Kiko argumenta que deberíamos celebrar que son 25 milloncitos, que son útiles, vaya; y estoy seguro que van a ayudar al menos a salvar a unos cuantos enfermos de Ebola, pero los demás tenemos todo el derecho de exigir a los ultra-millonarios algo más que eso.
Igual “juzgando duramente” esas migajas conseguimos que mega-ricos como Zuckerberg se den cuenta que para impresionarnos (y limpiar su imagen) tienen que soltar mucha más pasta. No conformándonos estaremos obrando bien, porque con suerte conseguimos que algún día estos señores hagan realmente lo correcto, y es “compartir (de verdad) riqueza”.
Ya se sabe, algunos se conforman con muy poco, porque tampoco les va mal con lo que ya tienen. Es un tipo de relativismo que siempre nos lleva a un triste posibilismo, o sea, a cambiar para no cambiar nada.
