Hace unos meses puse un mensaje en Twitter que decía: “En un vagón de tren puedes ver pasar todas las formas de mala educacion y falta de empatía de España”. Recibí varios comentarios de gente que opinaba parecido. La cosa se repitió en otros viajes, así que me decidí a hacer un poco de antropología ferroviaria
Espero que este post no me salga en plan cascarrabias porque al final lo mejor que uno puede hacer para no amargarse es tomártelo a guasa. En definitiva: Spain is different. Aquí tienes un muestrario condensado de todas las experiencias que puedes vivir en un viaje de tren:
- Los indiscretos temerarios: Gente contando, con pelos y señales, historias íntimas y delicadas con la misma ingenuidad que lo hacen algunos en las redes sociales, como si vivieran en una burbuja que los blinde de espíritus fisgones. Que si su jefe, fulano-de-tal, es un cabrón. Que si va a cobrar una comisión de X a tal cliente. Que si se ha enterado de las condiciones de la oferta que el competidor-Y va a presentar a un concurso. En fin, ya lo dije en otra ocasión, un espía en el AVE se forraría.
- El patio de colegio: A veces el vagón se convierte en una sinfonía desafinada y estereofónica de voces que vienen de distintas direcciones, y todas a la vez. Algunos no se han enterado todavía que cuando pegan la oreja al teléfono terminan hablando más alto de lo que suponen. La solución es hablar siempre más bajito de lo que uno cree, o mejor, salir del vagón para responder llamadas, o sencillamente… no coger el teléfono.
- Las casposas notificaciones: Con el Whatsapp esto se ha puesto negro. Pones cara de asesino si te toca esa chica joven que no quiere responderle al novio o el chaval que pasa de los mensajes del padre pesado, y los ves mirando por la ventana, super-tranquis, como si nada pasara, mientras el aparatillo diabólico no deja de pitar una notificación tras otra. Cualquier adulto sabe lo que es un vibrador, y para qué sirve, pero activar las vibraciones en el móvil no parece ser una opción para estos insensatos.
- Los YouTubers: Esos afables compañeros de viaje a los que les encanta poner sus videos de YouTube, o sus listas de distribución, sin ponerse los cascos y a todo volumen para que te enteres del buen gusto que tienen. Igual esperan que les preguntes por algún vídeo o canción que han puesto. También puede ocurrir que lleven los auriculares en modo altavoz de feria, lo que hace que canten o chillen sin darse cuenta que les estamos oyendo.
- Las hordas: Esas charletas majas en grupo, entre colegas de trabajo o amigotes de un club de futbol que sale de gira, entre sonoras carcajadas y todos de pie alrededor del más gracioso de la panda. Tú estás tratando de leer un libro o terminando una presentación que vas a hacer en destino, pero los nuevos coleguines insisten en hacerte participe de su pachanga. De vez en cuando los observas de soslayo, tu mirada sangra, pero olvídate que la cosa no va con ellos… sin empatía es como hablarles en chino cantonés.
- Los niñatos consentidos: A algunos padres se les debería prohibir llevar a sus hijos a espacios públicos cerrados por atentar contra los hábitos de convivencia más elementales. Puede tocarte compartir viaje con uno de esos niños autoritarios, que toman el control, y todo lo que hacen parece ser chistoso… claro, únicamente para el padre. Los vecinos del vagón hacen virguerías para intentar distraer al niñato maleducado, o para sugerirle que baje el volumen de la Play Station, mientras el padre o la madre van a lo suyo, entretenidos con sus mocos paternalistas.
- Los acaparadores territoriales: Señores y señoras que despliegan sus abrigos a lo largo del compartimiento superior del equipaje, y te ven llegar con una maleta, que tiene necesariamente que ir arriba, y ni se molestan en recogerlos para abrirte un hueco, o peor, te avisan con gesto serio que “cuidado con mis abrigos, ni los toques que se van a arrugar“. A estos los mandaba yo un viajecito en una guagua cubana para que supieran lo que es un uso óptimo del espacio.
Estas situaciones se dan en cualquier trayecto, sin importar el origen/destino; e incluso (que ya es el colmo) en los nuevos “vagones silenciosos” de RENFE. Si te han pasado cosas parecidas, o quieres contar tus propias aventuras ferroviarias, aquí tienes tu espacio…
