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El rol que juega lo individual en lo colectivo es de los asuntos más relevantes que tenemos en la agenda del futuro presente. Internet, con su ubicuidad y potencial transformador de las conexiones sociales, está tensando esa relación que de por sí nunca ha sido fácil, y plantea nuevos dilemas que sólo pueden negociarse desde una sana autonomía y diversidad de puntos de vista.
Este lunes publiqué en el Blog de Inteligencia Colectiva una reflexión en torno a este tema, que conecta con el animado debate que se ha dado en las redes sobre el término “Inteligencia coNectiva” en contraposición con el de “coLectiva”. Ahí comentaba las críticas de Derrick de Kerckhove y George Siemens al supuesto “exceso colectivista” del pensamiento de Pierre Lévy, como aperitivo para discutir si tiene sentido contraponer ambos tipos de inteligencias.
El término “colectivo” genera recelos y dudas razonables. Basta con sembrar en el imaginario la idea de la “mente colmena” para que algunos hagan la conexión con episodios históricos desafortunados, en los que se ha pagado un peaje muy alto en términos de pérdida de libertad y autonomía de los individuos. Todavía colean los presagios del polémico Jaron Lanier en su ensayo “Digital Maoism: The Hazards of the New Online Collectivism” publicado en 2006 por Edge, en el que hace un ataque en toda regla a la línea de flotación del concepto de Inteligencia Colectiva, combinando en su manifiesto buenos argumentos con una demonización de lo colectivo.
Esta aprensión, que ya he dicho que es legítima, pide una reflexión en torno a qué sitio ocupa cada cosa (lo individual y lo colectivo) en la sociedad que estamos construyendo. El asunto es complejo y tiene muchas aristas, pero puede abordarse a través del impacto que tiene la conectividad en esos dos niveles, por separado, que es el enfoque que sigo en mi post.
Algunos de los principios que propone la Teoría de la Inteligencia CoNectiva (en su versión original) son, ni más ni menos, que los de una Inteligencia Colectiva (IC) bien gestionada. No veo necesidad de anteponer ambos términos, ni de crear uno nuevo. Lo he dicho muchas veces: El punto de inicio, y también de retorno, de la buena Inteligencia CoLectiva es el propio individuo.
“Pensar juntos” realmente no se puede, y si se intenta, ya tenemos un problema. Las personas piensan solas, ellas mismas. Escuchan otros puntos de vista, intercambian ideas, pero pensar, piensan solas. Por eso no concibo otra manera sana de potenciar la IC que no sea a partir de la inteligencia individual, o sea, las personas se esfuerzan por llegar a una opinión propia, que después se conecta y enriquece a través de la reflexión colectiva.
En mi entrada explico por qué la Inteligencia “coNectiva” amplifica la inteligencia individual a través de las conexiones, creadas y gestionadas por cada persona; mientras que la “coLectiva” aumenta la inteligencia social, o sea, la capacidad de vivir en sociedad, a través de lógicas articuladas desde lo colectivo. Las dos lecturas son diferentes pero compatibles. Empeñarse en contraponer ambas inteligencias es absurdo, más propio de una obstinada pataleta liberal.
Sigue siendo necesario recordar que existen unos tipos de problemas que son de naturaleza colectiva, y que demandan que grandes grupos se pongan de acuerdo para llegar a un juicio o decisión común. Es ahí donde la llamada Inteligencia CoLectiva tiene su sitio singular y único.
Te invito a leer el post completo, en el que comparto más argumentos y ejemplos del uso de ambos términos. Lo tienes aquí: “Inteligencia CoNectiva vs. CoLectiva: Lo individual y lo colectivo”.
Nota: La imagen del post pertenece al album de romana klee en Flickr
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