En el post-433 (“Co-Skills: Principios para colaborar bien”) comenté 20 pautas y habilidades que creo que ayudan a conseguir mejores resultados en los proyectos de colaboración. Si te interesa profundizar en el tema, échale un vistazo primero a esa entrada, porque ésta es su 2da parte o complementaria. Al grano. Ahí tienes más “co-Skills” para añadir a tu lista:
- Lo individual vs. Lo colectivo: Gestionar bien la tensión natural que siempre existe entre lo individual y lo colectivo es quizás el desafío más complejo de los procesos colaborativos. Nunca se consigue el punto óptimo. Basta con lograr un grado razonable de equilibrio inestable.
- Elección de los proyectos: Hay unos tipos de problemas que se benefician más de las lógicas colaborativas que otros. Conviene elegir desafíos que tienen un potencial de solución colectiva, donde el grupo puede mejorar el rendimiento de expertos trabajando de forma individual.
- Competir y colaborar: Son verbos compatibles, pero sólo si se articulan de forma secuencial: primero competir a escala individual para perfeccionar las mejores ideas y buscar una sana diferenciación; y después conectar esas perspectivas individuales para que mejoren colaborativamente. A mí me gusta bastante esa combinación “en dos tiempos” que apela a lo lúdico desde ambas perspectivas.
- Disfrutar del proceso: El proceso es tan importante como el resultado. La colaboración que mejor funciona es aquella que pone el foco en el proceso como fuente de disfrute y aprendizaje, evitando generar stress por los resultados.
- Saber escuchar: Los participantes deben poner en valor la premisa de suponer útil e interesante la información aportada por el resto de los miembros del grupo. Hay que entrenarse en prestar una atención de calidad a otras opiniones.
- Confianza: Sin confianza es imposible un proceso sano de colaboración. Para confiar, hay que desaprender, y lo primero que se tiene que hacer es… empezar confiando.
- Feedback: Concebir mecanismos de retroalimentación es clave para el aprendizaje, y éste para que los participantes disfruten del proceso. Recibir feedbacks
positivospuede ser adictivo. - Poder y estatus: El grupo debe entrenarse para adoptar lógicas P2P, desactivando factores de poder y estatus que puedan contaminar el proceso de agregación de opiniones.
- Persistencia: El éxito de la colaboración depende más de la perseverancia, de ser constantes en el proceso, que de la creatividad. Los resultados significativos suelen tardar en llegar, y esto requiere un mínimo de sistematicidad en los esfuerzos.
- La tecnología es sólo un medio: La colaboración necesita de dinamización y estrategia. La clave está en las personas. Los soportes tecnológicos no son un fin, sino un medio; aunque si se eligen mal, pueden echar a perder un buen proyecto.
- Reciprocidad: La colaboración sana implica un reparto equitativo y justo de los resultados. Los participantes deben estar dispuestos a dar y recibir. Si los retornos no se distribuyen de forma equilibrada, la voluntad de colaborar se resiente.
- Ser inclusivos: En un equipo colaborativo deben participar todas las personas y agentes que pueden verse afectados por los resultados del mismo. Incluso los que más resisten al cambio, siempre que estén dispuestos a respetar los principios de funcionamiento colectivo del grupo.
- Un marco común de razonamiento: El grupo debe consensuar unas premisas y un marco común de referencia para el análisis (una “common praxis”) que le permita saber qué busca, cuál es la “respuesta correcta”, y cuándo se consiguen progresos en la solución del problema.
Nota: La imagen del post pertenece al álbum de edlabdesigner en Flickr
