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¿Por qué a algunos les cuesta tanto elogiar y agradecer? (post-489)

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congratulationsRecibo un número promedio de comentarios por post que está bien para lo flojo que anda esto de recoger feedback en los blogs. No voy a decir que estoy conforme porque me encantaría que comentaran más pues disfruto leyendo los hilos de conversación. De hecho, cambiaría montones de RTs y menciones en Facebook por recibir más comentarios. Pero resulta que ayer estuve releyendo varias decenas de posts de este blog para un tema que estoy preparando, y me llamó la atención cierto patrón en los comentarios. Era algo que venía rumiando hace tiempo pero es hoy cuando me apetece contarlo.

Lo que he visto es que a más marca o fama tiene la persona que te publica el comentario, bien porque tiene reputación de verdad o bien porque cree tenerla debido a su alto número de seguidores, menos elogia y agradece públicamente. Hay gente a la que le cuesta un horror dejar un comentario agradable, explícitamente elogioso, en el que reconozca sin ambages que el post le ha gustado y/o le ha servido. Les sigues el rastro y ves que solo entran para replicar, matizar o aleccionar con un argumento cool que sirva para demostrar lo brillantes que son. Les puede haber encantado el post, incluso estar pensando “joder, por qué no se me habrá ocurrido escribir esto a mí”, pero no te lo van a decir porque te falta marca como autor para estar a su nivel y merecerlo, o porque sencillamente son de la escuela de la escasez que supone que la gente lista lo es (y lo parece) porque sabe racionar los elogios.

Claro, también se pueden hacer otras lecturas menos cascarrabias. Por ejemplo, sé que hay gente que por su propia naturaleza tiende a elogiar más o menos. Es un tema de personalidad y ya está. Los hay introvertidos, o que son muy sobrios, que se sienten incómodos en la celebración. Aunque no es mi caso, merecen un respeto. A mí me encanta felicitar, claro, siempre que el asunto lo merezca y no por caer simpático. Elogiar me hace bien, y es bueno para los demás.  Pero aquí no hablo de eso. Me refiero a quien dosifica los halagos como estrategia para encarecer su marca, incluso a veces sin ser conscientes de que es una estrategia. Otra lectura podría ser que son parcos agradeciendo y avaros en el elogio porque al ser tan brillantes es siempre más complicado colmar sus expectativas. En este último caso, pues oye, uno debe ser humilde para reconocer que estos mendas se mueven en una liga superior, y a otra cosa mariposa. O sea, no das el nivel y punto :-(

Pero no, no hablo de esos casos en este post, sino de una de las trampas del gurú. Es una trampa reputacional que secuestra su propia libertad de expresión, y desvirtúa el modo en que podríamos disfrutar de sus opiniones si lo hiciera sin tanto corsé de imagen.

Estas personas creen que su opinión vale tanto, tiene tanta marca, que entonces le suben el precio y la dosifican. A menos halagos, más hambre por recibirlos. Después viene la fase de chulería, o sea, soy tan bueno, estoy tan por encima del bien y del mal, que no debería gastar cartuchos, ni arriesgar mi reputación,  felicitando textos de personas que no están a mi altura, no vaya a ser que se lo crean. Después ves que son mucho más generosos en sus elogios cuando visitan la web de gente de su liga, no sólo por alimentar el negocio de intercambio de egos que en este caso sí les conviene (al tratarse de influencers muy rentables que les pueden devolver el favor), sino también por lo que he dicho antes, porque sienten que son de su categoría y entonces se pueden relajar en las bendiciones.

Una de mis guerras de siempre, y de hecho he escrito mucho al respecto, es defender la creencia de que “las ideas tienen reputación por sí mismas” con independencia de quién las exponga. No se trata de negar que el nombre del autor es una señal reputacional importante, y que uno se fija mucho en eso a la hora de leer con más o menos interés un artículo (sería un mentiroso si lo dijera). Pero una cosa es a priori, y otra a posteriori. Está claro que por simple competencia por la atención, voy a abrir primero un artículo de alguien reconocido; pero lo que yo digo es que una vez que lo he leído, y veo que es bueno el artículo, que es muy bueno, entonces el prestigio del autor y mi propio prestigio (o el que yo creo que tengo) no deberían influir en el cariño e interés que pongo para valorar públicamente su valía. Y lo mismo al revés. Por muy gurú que sea el señor o señora, si el artículo es mediocre, y no aporta nada nuevo, así lo diré.

Quien haya llegado al final de esta diatriba, que no parece de domingo, puede pensar que yo no tendría que quejarme tanto y estar más que satisfecho sólo porque entren y comenten mis posts. Igual tiene razón :-)

Nota: La imagen del post pertenece al album Vicki & Chuck Rogers en Flickr

 


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